En las afueras de Toledo, ante un Cristo enclavado en un madero, la bella Inés de Vargas hace jurar a Diego Martínez, que a su vuelta de Flandes, la desposará. Pero pasan tres años y Diego no vuelve. Regresan varios hombres de Flandes, y entre ellos Inés cree avistar a Diego, que no la reconoce. Resulta que Diego ha sido hecho capitán por el rey, y los humos se le han subido a la cabeza, y porfía que en ningún momento prometió casarse.
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